lunes, 16 de enero de 2012

Manolo Fraga Iribarne

Mientras España debate el sentimiento que debe provocar la muerte de Manolo Fraga y unos se niegan a lamentarla y otros la lloran con amargura, yo no puedo evitar sentir la melancolía que producen los recuerdos de la infancia.

Porque a pesar de sus décadas en activo, para mi Fraga es un personaje de mi niñez, es decir, de la Transición. Alguien que aparecía en las noticias cada día en los ochenta, cuando en la tele solo había el "primer canal" y el UHF. Alguien a quien tuve que conocer para poder reírme de las imitaciones de multitud de cómicos, incluido alguno que compartía pupitre conmigo y que conseguía hacer desternillar a alumnos y profesores que veíamos con asombro como un chaval de 10 años se convertía en aquel señor que, para mi, no era más que alguien que por lo visto "antes mandaba mucho" y luego... también.

Luego La Trinca le dedicó un pasodoble, y él lanzó el reto de bailarlo con una periodista, que fue aceptado al vuelo por una jovencísima Mònica Huguet.

En fin... ¿qué queréis? Para mi, y lo siento por la frivolidad, ha sido alguien muy relacionado con grandes momentos de hilaridad. Qué se le va a hacer... no comulgo con sus ideas, con ninguna de ellas, pero reconozco no poder odiarle como hago con otros. Con los años, el alcance histórico de quien supo estar en todo momento en el lado de los que mandan será incansablemente analizado. Hoy sin duda, hay que reconocerle que supo cuidar muy bien de si mismo, y salir bien parado de todas sus aventuras políticas.