domingo, 24 de julio de 2011

Fidelidad absoluta



Con los problemas de suministro de Cacaolat en los supermercados ha saltado la alarma. Y es que ésta es una de esas marcas con una legión de fieles seguidores que no admiten réplica cuando defienden a capa y espada que como su marca no hay ninguna, hasta el punto que ni siquiera pueden beber un batido de cacao que no sea éste, su favorito, para ellos "el único".
A pesar de que reconozco que está buenísimo y que prefiero su sabor a otros, no tengo problemas en beber otras marcas y considero exagerados y casi sectarios a todos los que aseguran que "si no es Cacaolat prefiero beber otra cosa". ¡Ah! y por supuesto, nada de modificaciones en la fórmula, para ellos, el Cacaolat light es una aberración.

No es la única marca que goza de semejante privilegio. Curiosamente, Chocoleck, otro batido de cacao, también tiene una legión de admiradores que no admiten la comparación de su bebida chocolateada con ninguna otra. Y no hace falta decir que sucede algo similar entre los defensores de Nocilla y Nutella, aunque lo considero un caso mucho menos radical, pues éstos suelen tolerar ambos sabores a pesar de tener preferencia por uno.

Otro ejemplo es Coca-cola, que tiene también seguidores absolutamente fieles, algunos incluso divididos según la modalidad del envase. Hay quien sólo bebe Coca-cola de lata, o de botella de cristal e incluso sólo de botella de cristal de 20cl. (el envase de 33cl no pasa el control de determinados fans de la bebida). También existe una clasificación por procedencia: las latas que venden en Schleker son alemanas y su sabor resulta no ser el mismo para los gourmets que aseguran que sólo la envasada por Cobega en España tiene la auténtica "chispa de la vida" y que cuando han viajado a los Estados Unidos han vuelto decepcionados porque la coca-cola de allí, la "original", no sabe igual.

Entiendo que entre todos estos sibaritas los habrá auténticos, pero cada vez que descubro uno no puedo evitar recordar a mi abuela, que hacía iogures caseros y los ponía en envases de Danone, única marca que aceptaba mi primo cuando se trataba de lácteos fermentados. El pobre, a sus 5 añitos, se comía felizmente aquél sucedáneo que mi abuela elaboraba, sin sospechar el engaño al que estaba siendo sometido, aún no sé por qué motivo exacto. Además, tampoco dudaba de la caja de galletas Marbú Dorada que escondía dentro otras de marca blanca.

¿La verdad? Pienso que muchos de los que tanto defienden sus marcas favoritas también fallarían el reto. Y que conste que me parece positivo que cada uno tenga sus preferencias, pero no a costa de desprestigiar a quienes no piensan como ellos (próxima entrada... "Fidelidad absoluta II: los sectarios de Apple").


lunes, 18 de julio de 2011

La tata Berengüela



A estas alturas nadie va a discutirle a Sara Carbonero su título de musa de la Selección Española de Futbol, del periodismo deportivo y de Telecinco (con el permiso de Pilar Rubio, caída en desgracia por culpa del fiasco del último OT y resucitada en la serie "Piratas"). Los ojos de la novia de Casillas se encuentran entre los más espectaculares del país y ella ha sabido sacarles el rendimiento idóneo para resaltar su natural belleza. Sin embargo, es precisamente este rasgo, sus ojos, el que me preocupa desde que la presentadora trabaja para Telecinco. Parece ser que el equipo de maquilladores de la cadena se ha propuesto que esos luceros azules sean lo más importante de la pantalla durante el tiempo de la información deportiva y para ello, los perfilan en negro cada día un poco más. Es tanta la cantidad de lápiz de ojos usada en la línea inferior y superior de sus párpados que está empezando a sobrepasar lo recomendable. Me preocupo seriamente por este proceso de transformación que puede acabar con la periodista convertida en un personaje manga el día que sus ojos superen en tamaño a su boca.

No quisiera en ningún momento poner en duda la profesionalidad del equipo de belleza y retoques que trabaja para Informativos T5, pero sí advertir que a menudo en la moderación se encuentra la clave del éxito de un look. Y es que a este paso, pronto convertirán a Sara en la tata Berengüela, ésa que según cuenta la canción, "como es tan fina, se pinta los colores con gasolina (tricotricotrí)".